Reflexión final sobre la evaluación
Cuando realicé mi primera aportación en este blog antes de hacer una inmersión en este concepto, ya aprecié la necesidad de aportar a nuestros alumnos un aprendizaje significativo que no sólo nos permitiera alcanzar unos aprendizajes, sino que se centrara en el desarrollo de competencias que ayuden a la mejora de habilidades y ayude a crecer al alumno como persona.
La nueva evaluación, exige un cambio tanto desde el punto de vista del alumno como del profesor. Esta nueva concepción de la evaluación, sugiere entender al alumno como un agente activo y responsable de su propio aprendizaje y el profesor, no solo será un transmisor de información, sino que pasará a ser un dinamizador, una guía y orientador del alumno para que sea el constructor de su propio aprendizaje.
Ante esta nueva situación, que es parte de lo que nuestra actual ley educativa propone, no podemos quedarnos atrás en lo que a nuevas estrategias de evaluación se refiere. Esto implica, dejar atrás la evaluación tradicional, que medía el grado de consecución de unos objetivos e ir avanzando hacia una evaluación basada en competencias que nos ayude a hacer un seguimiento del aprendizaje, a reflexionar sobre los procesos cognitivos que se están produciendo durante el aprendizaje, que facilite la retroalimentación y la modificación de aspectos que no funcionen, y que nos proporcione evidencias del nivel de logro durante el proceso.
Entender que un cambio es necesario, me ha supuesto afrontar este curso de formación sobre evaluación con la mente abierta y con la intención de desterrar algunas creencias preestablecidas sobre la evaluación, sólo así, me ha sido posible hacer una inmersión en las tareas que nos han ido proponiendo para entender qué aspectos de la evaluación hemos de ir revisando y modificando y cómo llevar a cabo una planificación completa de una tarea integrada.
Hacer esta reflexión acerca de la evaluación, también me ha permitido ir identificando los errores que he cometido durante el proceso y a valorar aquellos aspectos que no funcionan y cambiarlos por otros más adecuados para los alumnos a los que iba dirigida mi tarea integrada. Así mismo, he podido considerar, si las estrategias y actividades que en mi primera planificación planteé, eran eficientes y adecuadas, cómo podría mejorarlas y qué recursos podía utilizar para alcanzar esos objetivos con mis alumnos.
Por otro lado, este curso me ha instado a utilizar estrategias de evaluación , que aunque conocía, nunca me había atrevido a utilizar y ponerlas en práctica. En parte, por cierta "acomodación" y en parte, por temor a que en lugar de facilitarme la evaluación, fueran unas estrategias con un sistema farragoso, lento y poco operativo. En este sentido, he descubierto las rúbricas; una estrategia de evaluación que indica los niveles esperados de logro.
Después de poner en práctica las rúbricas, puedo concluir que efectivamente, contribuyen a la mejora del rendimiento de los alumnos, ya que a través de este sistema, ellos son conocedores de antemano de lo que se espera de ellos. Son una estrategia útil porque puede ahorrar algo de tiempo a los profesores a la hora de corregir y de ser objetivos respecto a una calificación, pero hay que tener en cuenta que su elaboración implica dedicar bastante tiempo para secuenciar, diseñar y redactar los objetivos a evaluar de cada tarea para poder definir bien la progresión o momento del proceso de aprendizaje en el que se encuentra cada alumno (por este motivo, puede que no resulte muy operativo si se van a realizar muchas tareas distintas, pues esta estrategia implicar realizar una rúbrica para cada una y definir muy bien los distintos niveles de calificación).
Por otro lado, las rúbricas permiten a los estudiantes, identificar sus fortalezas y debilidades, les puede ayudar a ser más objetivos y a reflexionar sobre la calidad de su trabajo, sin embargo, para el profesor no proporciona una información específica de cómo hacer mejorar el rendimiento del alumno.
Reflexionar sobre la utilidad de ampliar las estrategias de evaluación que utilizo en mi aula, me ha ayudado a ampliar mi visión sobre algunas estrategias que aunque conocía, no aplicaba y a hacer un proceso de autocrítica sobre mi actual práctica docente, a adecuarme a las demandas de carácter pedagógico que la propia sociedad impera y a ser más consciente de la la importancia de hacer al alumnado partícipe de todo el proceso educativo. En cierto modo, ha supuesto una llamada de atención, puesto que los docentes estamos obligados a incorporar a nuestra práctica docente aspectos más novedosos, acordes a las demandas pedagógicas, sociales y tecnológicas para ir poco a poco integrándolos y automatizándolos a nuestra práctica diaria.
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